Llevamos ya varios meses, desde antes de la llegada del verano, observando en diferentes medios de comunicación cientos de noticias relacionadas con el alquiler turístico y aunque entiendo el revuelo que se ha montado alrededor de los mismos hay que dejar claro que no son algo novedoso en nuestro país. El alquiler de apartamentos turísticos es algo que se lleva haciendo desde hace muchísimos años, lo que ha cambiado es la forma de gestionarlos pues los más pícaros del mercado se han sumado a una corriente en la que cada vez ganan más por ellos y declaran menos.
La cadena hotelera Mercer Hoteles dispone, desde hace años, de un edificio de apartamentos turísticos enclavados en pleno barrio del Born, Barcelona. Se trata del Mercer House Bòria Bcn, un apartahotel con servicios de lujo que demostró ya, hace casi una década, que este tipo de negocio sería la clave del éxito para muchos hosteleros. Claro está, de forma legal.
El problema con los pisos de alquiler turístico actual es que no sólo los empresarios han visto en ellos un buen modo de hacer negocio, sino también los particulares, quienes ponen sus pisos privados en portales como Airbnb buscando alquileres semanales que oscilan entre los 500 y 1500 euros, más o menos lo que el propietario de una vivienda residencial puede conseguir con el alquiler de uno a tres meses, dependiendo de la ciudad y la zona.
Ahora, además, se le añade el problema de las estafas. Hace pocas semanas saltaba a la palestra la detención de más de 250 personas por estafas de alquiler de pisos vacacionales inexistentes, todo un elaborado entramado que dio más de cien mil euros de beneficios a los delincuentes.
Más de 7.000 millones en Baleares
Una de las comunidades más afectadas por el tema de los pisos turísticos es Baleares, dada su afluencia en los meses más veraniegos, y donde el año pasado se recaudaron 7.400 millones de euros en alquiler vacacional legal, así que imaginad lo que se generaría en negro.
Cinco millones de turistas extranjeros se alojaron el año pasado en viviendas turísticas de Balears. Otro millón más de españoles escogió también este tipo de alojamiento. El precio del alquiler varía según se trate de unos u otros, debido a que cambia la tipología de la vivienda o el número de días de estancia, entre otros parámetros, pero el gasto medio por persona y año se situó en 1.500 euros, ligeramente superior al de hace 2 años. El 31% de este gasto se realiza en comercios próximos al lugar de alojamiento.
Pero España quiere poner freno a esta locura. En la Comunidad Valenciana, la nueva ley autonómica de Turismo, ha puesto freno a los pisos turísticos, algo que muchos ciudadanos han aplaudido. Sin embargo, los pisos turísticos advierten de que las trabajas a las nuevas altas pueden disparar los alquileres sumergidos y, si esto ocurre, podríamos estar hablando de un mayor número de pisos turísticos clandestinos.
Llegados a este punto ya no se sabe exactamente qué es mejor, si el remedio o la enfermedad.
París y Lisboa se suman a las trabas
La capital Francesa, así como la portuguesa, han decidido poner coto a este tipo de alquileres empezando por señalar al gigante Airbnb, a quien amenazan con multas millonarias y con una alianza con otras grandes ciudades europeas. De hecho, ya han invitado a ciudades como Madrid y Barcelona a unirse al llamado efecto Airbdnd.
El objetivo principal es prohibir el alquiler turístico en los centros de las capitales para frenar la pérdida de habitantes quienes, cansados del ir y venir de inquilinos y la incomodidad que esto supone, se trasladan a barrios más alejados e incluso a “ciudades dormitorio”. En París, el 25% de los alojamientos del centro de la capital están reservados a turistas, las tiendas de souvenires están reemplazando a los comercios de barrios y los alquileres residenciales se han disparado de manera catastrófica.
Lisboa, por su parte, ha decretado la suspensión de emisión de nuevas licencias para pisos turísticos en sus barrios más céntricos amparándose en la reciente ley estatal.
¿Estamos ante una verdadera alianza contra este tipo de negocio?
Lo que está claro es que los pisos turísticos pueden ser muy beneficiosos, tanto para el turista como para el propietario, siempre y cuando todo se haga de forma legalizada, por lo que España, por ahora, intenta buscar una forma de gestionar la situación que no perjudique a las empresas hoteleras que llevan años ofreciendo alojamiento en apartahoteles legales.