En España, se lleva mucho tiempo hablando de un fenómeno como lo es el envejecimiento de la población. Es algo lógico, desde luego. Las tasas de natalidad son cada vez menores, no se produce un relevo generacional que permite equilibrar los datos entre jóvenes y ancianos y eso genera problemas como el del pago de las pensiones, que es algo que preocupa y mucho a los políticos de este país además de a los principales afectados y afectadas, la población que supera los 67 años o que está al borde de dicha edad.
La pirámide de población española ha pasado a ser una pirámide invertida. Y más que lo va a ser en los próximos años. La generación del ‘Baby Boom’, aquella nacida sobre todo en los años 60, va cumpliendo años y ya se sitúa en esa antesala de la jubilación. A partir de ahora, ese problema de las pensiones va a pasar a ser uno de los grandes condicionantes de la economía española. El hándicap del que dispone nuestro país es que no hay gente joven suficiente en el mercado laboral como para asumir el pago de ese volumen tan vasto de dinero a los más mayores.
Según una noticia que fue publicada en la página web del diario 20 Minutos, España será, para mediados de este siglo, el segundo país más envejecido de la OCDE, solo superado por Japón. Según la misma noticia, esto hará que el futuro de las personas mayores quede comprometido, sobre todo en lo que respecta al pago de las pensiones (algo que, a su vez, queda comprometido a causa de la cantidad de personas en edad de trabajar que ni estudian ni trabajan en la actualidad en el interior de nuestras fronteras).
Esta es la versión más injusta, la que todo el mundo piensa cuando se para a analizar cómo es la población española según su edad. Sin embargo, y aunque es cierto que en nuestro país sigue creciendo de una manera desbocada el número de jubilados, lo cierto es que no es justo tratarles como si solo fueran personas que no tienen nada que hacer en la vida. Y es que eso no es así. De hecho, los ancianos españoles están demostrando ser cada vez más activos. Y eso se demuestra con el aumento de personas de este tipo que busca (y encuentra) acceder a la universidad.
Que la universidad no es para ancianos es, por decirlo simple y claramente, mentira. Y si no que se lo digan a Jaim Shasha, un anciano que consiguió seis títulos universitarios en la Universidad de Jerusalén tras jubilarse, tal y como apunta la noticia que os acabamos de enlazar del diario ABC. El anciano, que en marzo de 2018 contaba con 88 años de edad, ha sido el encargado de romper todos los estereotipos que entremezclan edad y educación, cerrando las bocas de muchas personas y dejando claro que la educación universitaria debe estar abierta para todo el mundo.
En España, son cada vez más las personas jubiladas que ven en su acceso a la universidad el proyecto que necesitan para envejecer de una manera activa. Es así como nos lo aseguran desde el Centro Universitario San Bernardo. El motivo es que los ancianos son, en este momento, uno de los grupos de población más interesados en todo lo que guarda relación con la cultura. De hecho, según nos indican desde el centro que os hemos mencionado, son muchos los que apuestan por grados en Historia, Bellas Artes o Lengua Castellana y Literatura.
Una necesidad para ellos y ellas
La mayoría de los ancianos y ancianas con los que hemos hablado de este asunto aseguran que el motivo por el cual deciden intentar acceder a la universidad es por la necesidad de permanecer ocupados con algo. Una de las cosas más tristes de la vida es observar cómo hay personas mayores que, simplemente, esperan a que llegue su hora sentados en un sillón, viendo la tele y sin más aspiraciones en la vida que eso. Un envejecimiento activo no solo permitirá que mejore su salud mental, sino que hará que vivamos más y, sobre todo, más felices.
La sociedad debe empezar a enterrar todos los estereotipos que puedan haberse configurado al respecto. Los ancianos no solo tienen todo el derecho del mundo para acceder a la universidad sino que, además, estamos convencidos de que lo pueden hacer muy bien. Su experiencia en múltiples aspectos de la vida es un grado muy importante a la hora de enfrentarse a todo tipo de situaciones con las que se puedan encontrar a lo largo del periplo universitario y eso también puede generar beneficios para todos esos compañeros y compañeras que les rodean.