Las Islas Baleares son un paraíso que tenemos a tiro de piedra. Es una lástima no visitarlas si tenemos oportunidad de hacerlo. Todas las islas no son iguales, tienen su propia personalidad. Si lo que buscas en un rincón tranquilo donde disfrutar del sol y el mar, y relajarte solo o en compañía de tu pareja, Menorca y Formentera son tus islas.
Mallorca es la isla más grande que tiene España. En ella hay cabida para diferentes ambientes. Desde urbanizaciones de lujo en Santanyí, hasta un turismo más masificado, parecido al que puedes encontrar en Gandía, en el barrio de Can Pastilla. Palma, la capital, es una ciudad cosmopolita. En cierta medida recuerda a Barcelona. El centro de la ciudad es casi todo peatonal y está repleto de gente durante todo el año. El aeropuerto de San Joan es tan grande como una de las terminales del aeropuerto de Barajas o del Prat de Barcelona. Esto te da una idea del volumen de tráfico aéreo que maneja. Si estás buscando un lugar tranquilo para desconectar, a no ser que vayas a un punto específico, Mallorca no es el sitio más indicado.
Ibiza se ha convertido en una de las Mecas del ocio nocturno a nivel internacional. Sus macro-discotecas tienen fama mundial y atraen a un turismo joven de todas partes del planeta dispuesto a vivir la experiencia de una noche loca. La isla está masificada, tiene menos alojamientos que visitantes. Esto crea situaciones surrealistas. Se llegan a alquilar sofás de comedor para alojar a trabajadores que acuden a la isla a trabajar los tres meses de verano.
En Menorca y Formentera encuentras la tranquilidad que echas de menos en las otras islas. Menorca tiene un ambiente familiar. Con dos núcleos urbanos de referencia: Mahón y Ciudadela, situado cada uno en un extremo de la isla. Dispones de todos los servicios necesarios para cubrir cualquier eventualidad, dentro de un ritmo relajado en el que notas que no te presiona el tiempo.
Formentera, la isla habitada más pequeña de las Islas Baleares, parece que quedó marcada con la llegada de los hippies a finales de los años 60. Del movimiento hippy se impregnó de lo mejor, la armonía con la naturaleza y un espíritu mágico y espiritual.
El problema de las islas, si nunca has ido, es localizar donde están las cosas. Donde comer, donde alojarse, donde coger el transporte público. Hoy gracias a internet puedes recabar esa información. Mi amiga Lucía de Barcelona, que viajó unos días a Formentera, me dice que descubrió toda lo que necesitaba en Formentera.rent, una página web que reúne todo tipo de información pública y privada relacionada con la isla. De esta forma no da la sensación de que vas perdido.
Qué hacer en Menorca.
Menorca ofrece muchos planes tranquilos para disfrutar en familia. El blog de viajes El viajero nómada te presenta hasta 35 diferentes. Reseñamos algunos de ellos para que veas la diversidad de atractivos que presenta la isla.
- Visitar Ciudadela. La ciudad más bonita de Menorca es un gran fortín militar. Con edificios de estilo gótico como Catedral y la casa consistorial, y otros de arquitectura barroca levantados en el siglo XVII. Por su importancia estratégica, Menorca fue un punto de disputa entre varios países. Entre 1708 y 1802, la isla estuvo bajo dominio británico durante 71 años y 7, bajo dominio francés. Este hecho reforzó el aspecto de plaza militar de la ciudad.
- Visitar el puerto natural de Mahón. Mahón, en el extremo norte, es la capital económica y administrativa de la isla. Tiene un casco antiguo empedrado con mucha actividad comercial y cultural. Allí se encuentra el museo de Menorca y el Teatro Principal (La sala de ópera más antigua de España). Si algo llama la atención de la ciudad es su impresionante puerto natural. Una ensenada, como si fuera la desembocadura de un río, que introduce el mar Mediterráneo varios kilómetros tierra a dentro. Las terrazas que bordean el puerto son un lugar fabuloso para tomar una copa al atardecer, disfrutando de la brisa marina.
- Visitar calas semisalvajes. La orografía de Menorca es más agreste que la de Mallorca. En ella descubres pequeñas calas rodeadas de acantilados. Las rocas llegan casi al borde de las olas. Son rincones idílicos en los que disfrutar de la naturaleza y el mar. Repartidas por su litoral encuentras decenas de ellas: Cala Pregonda, Cala Tortuga y Cala Presili, Cavalleria, Cala Pilar (en la parte norte) y Macarella y Macarelleta, Mitjana y Mitjaneta, Cala Escorxada, Cala en Turqueta y Binigaus (en la parte sur).
- Conocer S´Albufera. La Albufera de Menorca, no muy lejos de Mahón, es un lago de agua dulce separado del mar por un brazo de tierra. Está rodeado de bosque mediterráneo y de zonas de dunas. Como otros acuíferos que existen en la península es un punto de cría y parada de aves migratorias. Tiene diferentes puntos de entrada y rutas a través de caminos de tierra que permiten recorrer el parque natural andando o en bicicleta.
- Descubrir la cultura Talayótica. Menorca fue enclave de un importante poblado prehistórico que floreció en la isla durante la edad de hierro y perduró hasta la llegada de los romanos. El pueblo talayótico dejo múltiples muestras de su presencia repartidas por toda la isla, de forma que Menorca parece un gran museo al aire libre. Diseminados entre campos de labranza podemos observar Talayots, que son torres defensivas, Taulas, una especie de dólmenes a los que se les atribuye un sentido religioso, y las navetas, cuevas artificiales construidas con piedras que servían de monumento funerario.
Qué hacer en Formentera.
Situada frente a las costas de Ibiza, Formentera solo tiene 82 kilómetros cuadrados. Quizás nos parezca una isla un poco pequeña, pero si nos lo tomamos con tranquilidad, como sus habitantes, descubriremos que tenemos muchos planes por hacer. El blog Una idea, un viaje te propone algunos de ellos. Estos son los más curiosos:
- Visitar el parque natural Ses Salines. Este es un parque natural que se extiende desde el sur de Ibiza hasta el norte de Formentera. Con hábitats terrestres y marítimos, muestra la riqueza medioambiental originaria de estas islas. Su protección fue una conquista del movimiento ecologista en los años 80, que se manifestó para evitar que se urbanizara la zona. Un buen lugar para empezar a verlo es la playa Ses Illetes. Una playa de arena blanca y aguas cristalinas, que parece un rincón alejado del mundo. A pocos metros de la arena, arrancan caminos de tierra que se introducen por el bosque. Existen varias rutas para recorrer el parque. Una es la del “Camí des Brolls”, un camino de 4 kilómetros de longitud que termina rodeando una laguna litoral. En el “Camí de Sa Guia” recorrerás el itinerario de las vías del tren de la sal, que comunicaba la playa con unas viejas minas a cielo abierto, situadas en un área de dunas. Y con el “Camí de l’estany des Peix”, seguirás el litoral hasta llegar a una bahía semicerrada.
- Visitar la zona de la Mola. Llega un lugar en el que el trazado de la isla se estrecha y va a dar a una especie de península con forma circular. Es la Mola. El lugar en el que se asentaron los Hippies en los años 60. La zona concentra algunos de los rincones más emblemáticos de la isla. Como el Faro de la Mola, levantado sobre un acantilado y con una altura de 100 metros. En la actualidad el faro está habilitado como una especie de museo en el que se hace difusión del patrimonio marítimo de Formentera. Cerca de allí se encuentra el “Molí de la Mola”, un molino de viento construido en 1778 que se utilizaba para moler trigo. En su vertiente occidental, la Mola cuenta con una concatenación de tres pequeñas playas semisalvajes, separadas entre sí por peñascos de roca, conocidas en la isla como “Ses Plagetes”. En el centro de la llanura se encuentra El Pilar de la Mola, un pequeño pueblo tranquilo, en el que todos los años, a mediados de junio, se celebra un popular mercadillo hippy.
- Otros pueblos de interés. Un pueblo curioso, que no puedes dejar de visitar Es Caló. Un entrañable pueblo pesquero donde los botes de pesca se guardan en porches con techumbre de cañizo y se deslizan por la roca hasta llegar al mar, en una especie de puerto natural. En el interior de la isla se encuentran los dos pueblos más importantes. San Francisco Javier, la capital administrativa de la isla y el municipio más poblado, que alberga en su interior una iglesia fortaleza levantada en el siglo XVII y la capilla de Sa Tanca Vella. Una pequeña capilla románica de una sola nave, con el techo abovedado, que parece una cueva. Y, por otro lado, San Ferran de Ses Roques. Allí puedes ver la iglesia románica de San Ferrán, la Cala en Baster y la Cueva d´En Xeroni.
Menorca y Formentera te dan la oportunidad de conocer la cultura y la naturaleza de las Islas Baleares sin verte abrumado por la muchedumbre.