Hay quien alucina cuando aseguro que si me tocara la lotería cogería una buena caravana y emprendería camino con el fin de visitar todos los rincones del mundo. “¿Y no prefieres ir a un resort o dar la vuelta al mundo en crucero?” me preguntan, y “no”, siempre es mi respuesta. Siendo niña aprendí que los mejores paisajes y la verdadera cultura se aprende con la gente, en la calle, viendo cuáles son sus lugares favoritos y mezclándote con ellos. Mi familia tenía por costumbre alquilar una caravana, año tras año, en Caravanas-Cruz y viajar con la casa a cuestas para poder parar a mitad camino siempre que nos diera la gana ¿Y sabéis qué? Muchas de esas veces no llegábamos a nuestro supuesto destino porque encontrábamos cosas maravillosas antes y nos quedábamos a disfrutarlas.
Recuerdo una ocasión en la que mi padre se empeñó en viajar al sur de Francia, quería visitar todos los pueblecitos medievales costeros, o al menos todos aquellos a los que nos diera tiempo en unos 20 días, el problema es que jamás llegamos a cruzar la frontera de los pirineos. Recuerdo que paramos varias veces en pueblos de montaña de la cosa mediterránea. Las playas ese año casi no las pisamos, pero nos bañamos en ríos helados como el de “Las fuentes del Algar”, donde pensábamos parar a hacer noche y echar un vistazo y acabamos quedándonos tres días, o como cuando llegamos a Vilanova de Sau, en Barcelona, y en lugar de estar de paso acabamos casi 5 días disfrutando del entorno y ese precioso lago-pantano.
Como es lógico, no llegamos a ver nada de Francia y tuvimos que darnos la vuelta antes de cruzar los pirineos pero no nos arrepentimos ninguno, ni siquiera mi Padre con la ilusión que le hacía, porque lo que vimos, las experiencias que vivimos y lo la libertad que sientes al decidir si quieres o no pasar la noche, el día o la semana en un sitio o coger carretera hacia otro lugar fue fantástico.
Rutas por España
Reconozco que, a pesar de haber viajado mucho en Caravana, no he salido demasiado de España subida en una, pero me encantaría vivir esa experiencia. El problema, más que el dinero (que también) suele ser el tiempo, pues necesitas de mucho tiempo libre para poder ir cruzando países en caravana y disfrutando de todo lo que eso puede aportarte. Algún día, tal vez, lo consiga. Mientras tanto, las rutas nacionales no están nada mal:
El Navia, Asturias y Lugo. Una ruta que promete ser inolvidable acompañada del deporte, la playa y la gastronomía. Norte puro lleno de paisajes y buen clima a través del majestuoso río Navia, que se abre paso desde la lucense Piedrafita hasta el Cabo de San Agustín. A lo largo de 160 kilómetros de trayectoria se podrán descubrir los secretos mejor guardados de las tierras asturianas, como O Grandas de Salime, el museo etnográfico de Pepe El Ferreiro o El Parador de Salime, que ofrece una panorámica de ensueño.De nuevo en la carretera se pasa por San Emiliano, Pezos, Gío, Lantero y Doiras, en el concejo de Boal donde también hay un embalse en el que disfrutar de un buen pote asturiano. Apto para los amantes de los platos de cuchara y siesta. Antes de llegar a la desembocadura del Navia, merece la pena ver Serandinas con su afición al kayak y el famoso pantano de Arbón, santuario para los aficionados a los deportes naúticos. Los lugares para acampar son numerosos e incluso hay una zona municipal, cerca de los astilleros de Armón. Una vez en el Navia, se puede disfrutar de un entorno privilegiado donde darse un baño. Algunas de sus playas más espectaculares son la del Moro, o la de Barayo, rodeada de gran valor ecológico y paisajístico.
A lo largo de 160 kilómetros se pueden descubrir los secretos mejor guardados de las tierras asturianas.
El valle de Tormes. En el cruce entre la carretera N-502 que une Ávila y Arenas de San Pedro, y la C-505 se encuentra la Venta Rasquilla, famosa por su patatas revolconas y el lugar donde se puede empezar a recorrer los pueblos más conmemorativos de Gredos. Los amantes del senderismo tienen aquí rutas de referencia y todo el trayecto entre la montaña y el río se convierte en una invitación a los aficionados al turismo ecuestre.También merece la pena subir por los pequeños pueblos deshabitados como La Navasequilla, Horcajo de la Ribera o Lastra de Cano. Y así es como se llega a El Barco de Ávila, la capital comarcal, donde sus judías son tan famosas como sus murallas, el puente románico o la iglesia gótica de la Asunción. Cualquier pueblo permitirá pernoctar con la autocaravana durante una o dos noches.
¿Y tú, tienes una ruta que recomendarnos?