El Liceo Musical Ciudad de Mislata, una ciudad cercana a Valencia, pone en marcha durante el mes de julio un campamento para niños de 3 a 12 años para que aprendan música y realicen actividades culturales y lúdicas en su ciudad.
Vamos a hablar de esta actividad para poner de manifiesto como las asociaciones culturales y ciudadanas se comprometen con el cuidado de los niños durante el verano y como al mismo tiempo realizan una importante labor de enseñanza y difusión cultural.
El Liceo Musical Ciudad de Mislata es una de esas agrupaciones musicales que encontramos por todo el País Valenciano. Son asociaciones privadas, que se financian en lo principal con las aportaciones de sus socios y por las actividades de enseñanza de música que ponen en marcha.
En concreto, este Liceo, aparte de tener su propia banda sinfónica, como todas las agrupaciones musicales valencianas, tiene una orquesta de cámara, varios coros, un grupo de percusión, un grupo de guitarras y llevan a cabo un programa completo de formación musical homologable con el conservatorio.
Las agrupaciones musicales valencianas son asociaciones formadas por los vecinos de un barrio o de un municipio que se agrupan por su pasión por la música. Es importante señalar su autonomía. No son organizaciones creadas por los ayuntamientos. Por tanto, al ser asociaciones formadas por los vecinos, son especialmente sensibles a los problemas que sufre la ciudadanía. Como el hecho de que llegado el verano, los niños cojan vacaciones, mientras los padres trabajan.
En este caso, los responsables del Liceo de Música Ciudad de Mislata nos cuentan que abren sus puertas a los niños inscritos en el campamento a las 8,30 de la mañana y salen a las 17:30 de la tarde. La mayoría de las actividades se realizan en las instalaciones de la asociación. Además de enseñar música a los niños en función de su edad y su nivel musical, realizan actividades como sesiones de piscina, talleres de pintura o fiestas de disfraces.
Dar respuesta a un problema real.
El verano trastoca la rutina habitual de las familias. Los niños se tiran casi tres meses de vacaciones, mientras los padres continúan trabajando. Hoy en día, muchas familias trabajadoras ni siquiera disponen de un mes completo de vacaciones en verano. Más todavía, en zonas de costa como Valencia o las islas, Baleares y Canarias, donde el verano coincide con la época del año en la que más trabajo hay.
Algunas de estas familias o cogen sus vacaciones en otro mes del año o las reparten en varios periodos, como Navidad, Semana Santa, etc.
En verano aparece un problema: ¿Qué hacer con los niños mientras los padres están trabajando? Parece que inscribir a los niños en un programa de actividades es una de las mejores soluciones. Eso o endosárselos a los abuelos.
Los tiempos han cambiado, no es como cuando éramos pequeños, que algunas de nuestras madres eran amas de casa y se podían encargar de nosotros durante el verano. A día de hoy, si los dos miembros de la pareja no trabajan, es imposible mantener a la familia. Aun así, a veces hay dificultades reales para llegar a fin de mes.
Cuando hablamos de este tema, hay un asunto que preocupa a los padres. No se trata solo de entretener a los niños mientras ellos trabajan. No es como si fueran pequeños, que los llevamos a la guardería. Nos interesa que durante el periodo de verano nuestros hijos aprendan. Que sea un periodo provechoso. No solo que vayan a la playa o a la piscina.
El verano es un periodo ideal para que los niños adquieran conocimientos que no reciben en la escuela. Eso sí, con un ritmo educativo más relajado. Estudiar música es uno de esos aprendizajes. Quizás no le vaya a resolver su futuro, o sí, nunca se sabe; pero es una de esas formaciones que le ayudan a crecer como persona.
Por eso, iniciativas como la que ha puesto en marcha el Liceo Musical Ciudad de Mislata son tan beneficiosas.
Los beneficios de estudiar música.
Hemos dicho que estudiar música ayuda a la formación y crecimiento de un niño. La revista educativa Mundo Primaria lo explica bastante bien en uno de sus artículos. Estos son algunos beneficios que reporta la música a las capacidades cognitivas:
- Aumenta la memoria, la concentración y la atención. Cuando un niño aprende a tocar un instrumento debe memorizar como se aplican las notas al instrumento, donde debe poner las manos y los dedos. Mientras está ensayando o interpretando una canción, está concentrado en su actividad. Esto es algo que podrá extrapolar a su estudio en la escuela.
- Mejora su habilidad para resolver problemas. Se dice que la percepción de los patrones rítmicos aumenta el razonamiento del niño para resolver problemas matemáticos y lógicos. En última instancia, la música descansa sobre las matemáticas. El matemático griego Pitágoras fue quien estableció la escala musical. No es una coincidencia. La armonía y el ritmo tiene una base lógica. Los músicos, a menudo, prevén las notas que siguen en una melodía solo por el patrón lógico que presenta.
- Estimula la imaginación y la creatividad. Cuando un niño empieza a dominar un instrumento, intenta reproducir de oído las canciones que escucha en la televisión, en la radio. A veces, se atreve a trastear con el instrumento para sacar melodías nuevas, en un intento por componer. Descubre en la música un vehículo de expresión en el que manifestar sus inquietudes y estado de ánimo.
- Refuerza el lenguaje. Otro argumento en el que coinciden pedagogos y profesores de música es que los niños que estudian música tienen una mayor habilidad para expresarse oralmente y aprender nuevos idiomas. La música no deja de ser un idioma, un código. Con su parte escrita (las partituras) y su parte sonora.
- Mejora la coordinación y la psicomotricidad fina. Al tocar ciertos instrumentos como la guitarra, el violín, el piano, la trompeta, el clarinete, etc. debes adquirir una cierta destreza en los dedos. Al mismo tiempo, las órdenes de tu cerebro para ejecutar las notas se traducen en movimientos precisos.
- Enriquece la inteligencia emocional. Muchos de nuestros recuerdos están asociados a canciones, a melodías. La música tiene un fuerte poder evocador de los sentimientos. Además, el niño descubrirá con el tiempo como la música es un canal para expresar su estado de ánimo y para influir en el de las personas que le rodean.
- Mejora la sociabilidad. Acudir a estudiar música es un acto colectivo. El niño coincidirá con otros niños de su edad y hará nuevas amistadas con personas que comparten su afición. Algo que, sin duda, le ayudará en su crecimiento.
- Mejora su autoestima. Cuando un niño avanza en su aprendizaje musical se siente pletórico y con ganas de aprender más. Aprender a tocar una melodía o superar un nivel de estudio le ha costado trabajo, pero observa en los hechos que ha valido la pena.
- Adquisición de valores. Estudiando música se adquieren una serie de valores que serán claves en su vida. Como la disciplina, la perseverancia, la constancia. Después de todo, la música no es un don natural. Se aprende practicando y estudiando.
Las asociaciones se vuelcan con los niños.
Navegando por internet he descubierto otra actividad curiosa que se realizó hace poco tiempo en la sierra de Madrid. El Ayuntamiento de Boadilla del Monte y la Asociación de Amigos de la Trashumancia organizaron unas jornadas para rescatar tradiciones procedentes de la España Rural.
Celebradas en el Palacio del Infante Don Luis, de esta localidad madrileña, se organizaron una serie de actividades, que aunque según la promoción iban dirigidas a todos los públicos, en mi opinión tenían un marcado carácter familiar. Con una parte de la programación orientada a los niños.
Entre las distintas actividades que se realizaron ese fin de semana se impartieron talleres prácticos sobre cómo se hacía el hilado de la lana, elaboración y degustación de mantequilla o como tejer con fibras vegetales.
Además, se realizó un paseo por algunas vías pecuarias próximas al pueblo, por donde pasaban los rebaños de ovejas durante la trashumancia. Se hizo un concurso en el que los niños debían dibujar su animal favorito y se realizó una degustación de caldereta de cordero.
Unas jornadas en las que los niños, además de pasárselo bien, aprendían una serie de cosas interesantes, como saber cómo se hacía antes la ropa o la mantequilla, al tiempo que entraban en contacto con la naturaleza.
Es una especie de reencuentro con la historia y con el pasado. Aunque muchos de nosotros hayamos crecido en ambientes urbanos, nuestros orígenes proceden del campo.
Son actividades en las que los niños aprenden y disfrutan. Más todavía, si se les deja participar de forma activa en los talleres.
Son muchas las asociaciones culturales y ciudadanas que organizan actividades para los niños durante el verano. Deberían realizarse más actividades de este tipo, pero las que se celebran vale la pena aprovecharlas. Es una forma de darles un verano diferente a nuestros hijos.