Si hablamos del Renacimiento en España podríamos nombras muchas e interesantes muestras arquitectónicas pero si de lo que queremos hablar es de espacios donde realmente se respire el momento, el estilo, y donde podamos navegar verdaderamente, entonces tenemos que hablar de Úbeda y Baeza, máximos exponentes del Renacimiento.
El Renacimiento español se vivió, en todo su esplendor, durante el S.XVI. El inicio del Renacimiento en España se liga íntimamente al devenir histórico-político de la monarquía de los Reyes Católicos. Sus figuras son las primeras en salir de los planteamientos medievales que fijaban un esquema feudal de monarca débil sobre nobleza poderosa y levantisca. Los Reyes Católicos aúnan las fuerzas del incipiente estado y se alían con las principales familias de la nobleza para mantener su poder. Una de estas familias, los Mendoza, utiliza el nuevo estilo como distinción de su clan y, por extensión, de la protección de la monarquía. En otras palabras, aunque pueda sonar arcaico ahora, tanto los Mendoza como los Reyes Católicos fueron unos adelantados en su época, unos “modernos” en lo que a arte se refiere.
Úbeda y Baeza están ubicadas en Jaén, en el área más norteña de Andalucía (si es que tiene algún tipo de norte) recibieron el título de Patrimonio de la Humanidad en 2003 y el año pasado, en 2018, celebraron el decimoquinto aniversario de la obtención de este título otorgado por la UNESCO.
Si bien es verdad que Jaén es, en sí misma, un ejemplo renacentista viviente, estas dos ciudades, gracias al arquitecto Andrés de Vandelvira, son toda una obra de arte que debemos conservar pues sus calles, sus angostos pasajes, sus edificios y sus plazas respiran ese aire renacentista.
Ahora bien, a no ser que seas un amante de la historia del arte, es muy probable que muchísimas cosas te pasen desapercibidas y por eso es muy recomendable que, tanto en una ciudad como en la otra, cuentes con la valiosa aportación que los guías autóctonos pueden darte. Los profesionales de Visita Úbeda y Baeza, nos han asegurado que aunque otros guías puedan ofrecer un recorrido precioso de la ciudad, solo los que verdaderamente han residido allí y conocen las costumbres de la zona y los cuentos de “las abuelas” (como ellos los llaman), son los que podrán hacer vivir al turista una experiencia verdaderamente enriquecedora.
Úbeda
La Plaza Vázquez de Molina es la insignia de la ciudad. Podríamos decir que si solo hubiera una postal con la que identificar Úbeda, esta plaza sería la imagen perfecta. Además, es considerada una de las más bellas de España. Se la conoce, popularmente, como la Plaza de Santa María, en el corazón del barrio del Alcázar, donde estuvo la ciudad árabe. Pero esta no es la única plaza que ver, ni el único espacio maravilloso.
No podemos perdernos la Sacra Capilla del Salvador, ni el Palacio de Cádenas, ni, por supuesto, la Sinagoga del Agua, perfectamente conservada.
Baeza
Y otra plaza vuelve a ser aquí entera protagonista, la Plaza de Santa María, centro histórico de Baeza. Como anécdota encontraréis que se encuentra inclinada, para subrayar el poder de la Catedral de esta ciudad sobre la nobleza, que pujaba por el poder del gobierno con el clero.
No podemos perdernos el Palacio de Jabalquinto, la Catedral de la Natividad de Nuestra Señora de Baeza, la Plaza del Pópulo y el Castillo de Canena.
No se necesita demasiado tiempo para conocer ambas ciudades, son pequeñas, pero encantadoras, ahora bien, si sólo se dispone del típico fin de semana de 48 horas más vale que te organices bien. En eldiario.es publicaron una guía de 48 horas que no está nada mal, en la que incluyeron incluso algunos consejos para comer bien en la zona. Lógicamente, si solo se tienen 48 horas, el primer día es mejor que lo dediques enteramente a una de las dos ciudades y, el segundo, a la restante, pues si vas cambiando, a pesar de que están muy cerca, es posible que pierdas demasiado tiempo. Por eso, y para evitar sustos de última hora, te recomendamos comprar las entradas online o reservarlas con antelación, así te asegurarás de poder acceder en el día indicado. Y, por supuesto ¡disfruta del renacimiento!